domingo, 23 de diciembre de 2012

El plan de Mou (2ª parte)

     Si en la anterior entrada ("El plan de Mou") especulaba con la posibilidad de que el entrenador madridista estuviera desechando la Liga para jugar todas sus cartas en la Champions, a través de una planificación arriesgada pero inteligente en cuanto a optimización de recursos, ahora he de dar una vuelta de tuerca para interpretar los últimos acontecimientos.
     Lo ocurrido ayer en Málaga con Iker Casillas, mito del madridismo, no puede ser otra cosa que el derrumbe de un circo de tres pistas que al final no ha podido ser correctamente gestionado.
     A mi modo de ver, que el Manchester sea el rival del Real Madrid en octavos de la Champions tiene mucho peso en todo lo ocurrido ayer. Mourinho esperaba un rival de menor entidad para poder seguir ganando forma a través del ritmo de competición. Pero no ahora, sino a partir de febrero o marzo. Que sea el Manchester el oponente significa que las dificultades para pasar de ronda van a ser máximas, y trastoca sus planes absolutamente. Esto no quiere decir que no vaya a pasar la eliminatoria, pero sí que todo su plan de optimización va a verse alterado.
     Nos encontramos por tanto en el siguiente escenario: el equipo fuera de la Liga, con la Copa del Rey como una pieza menor, y con las esperanzas de la Champions seriamente amenazadas. Las ofertas de otros clubs para contar con el portugués son suculentas, y ahora solamente queda salir del Real Madrid. Si no lo echan, y el equipo cae ante el Manchester, su prestigio como entrenador (porque como persona ya no hay nada que pueda hacer para salvarlo) va a quedar seriamente dañado. No para el club que lo pretenda, pero sí para la comunidad internacional, que ya empieza a verlo como un personaje incómodo.
     Así que el panorama para Mou debe de ser el siguiente: me cargo al último mito madridista que me queda (ya lo hizo con Raúl, Zidane, Valdano y hasta el propio Di Stéfano) y provoco una rebelión tan bestial que sólo pueda resolverse con mi despido (cobrando 60 millones de euros) y además echándole la culpa de los malos resultados a los jugadores. Si no me echan, me la jugaré ante el Manchester a una sola carta, esperando salir vencedor, pero seriamente tocado en mi relación con jugadores, directiva y afición.
     No pinta bien, la verdad.

   

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