miércoles, 6 de febrero de 2013

Estrategia, táctica y técnica: aclaración terminológica.

     El periodismo deportivo tradicional, entendido éste como una arcaica aproximación a lo que actualmente nos ofrecen científicos con vocación comunicadora (Perarnau, Segurola, Uría, etc.) ha facilitado involuntariamente una perversión y heterogeneización conceptual sistemática en todo lo referente al fútbol y a su campo semántico. Esta perversión conceptual se ha corregido en algunos casos gracias a la labor divulgativa de nuevos profesionales, que se encuentran a caballo entre la ciencia y el periodismo. La ciencia les permite comprender la lógica interna del deporte, y el periodismo ofrecérsela a los lectores. Que estos nuevos periodistas tengan una formación en Ciencias del Deporte, sea la rama que sea, provoca un orden epistemológico y un consenso terminológico. Este acuerdo es absolutamente necesario para hablar de lo mismo. Como decía el filósofo y ensayista Gustavo Bueno, "el concepto no admite mil nombres".  Esto significa que para entendernos es necesario hablar el mismo idioma y dar a cada elemento un nombre común. Si no hacemos esto, nunca daremos el primer paso para crecer científicamente, y nos quedaremos en meras charlas de café.

     Esta aproximación conceptual se ha producido inicialmente con el término "cambio del sentido de la orientación del juego", antes conocido como "cambio de juego". Poco a poco los periodistas, sobre todo de radio y televisión, fueron aprendiendo que un cambio de juego es pasar de un tipo de juego a otro (del dominó al parchís, o de la oca al mus) y que era mucho más apropiado utilizar el nuevo término. Este nuevo término ya era utilizado por los profesionales formados en las facultades de Ciencias del Deporte desde hacía lustros.

     Al igual que ocurre con el ejemplo anterior, hay otros conceptos utilizados por los profesionales del deporte que no concuerdan con los utilizados por los periodistas. Esto acrecienta todavía más la brecha existente entre la gente que lee los periódicos y los científicos que se encargan de estudiar las complejas redes y lógicas internas de los diferentes deportes. No hablamos el mismo idioma, y por tanto no nos entendemos. Un caso claro que ilustra esta diversidad conceptual inadmisible en la ciencia es el de los términos estrategia, táctica y técnica.

     La estrategia consiste en el plan general de un equipo. Son las intenciones ofensivas y defensivas en función de las propias virtudes y defectos, y también de las del rival. Puede ser modificada tantas veces como se desee a lo largo de un partido. Ha de ser interiorizada por los jugadores para que los automatismos generados provoquen una ligera ventaja con respecto al adversario. Un cambio en la estrategia provoca cambios en los automatismos, y los nuevos automatismos reemplazan a los propios de la estrategia sustituida. El 4-4-2 es un dibujo estratégico, no táctico.

     La táctica es la capacidad de cada jugador de tomar decisiones inteligentes a cada instante. La colocación de un futbolista en las diferentes zonas del campo en función de la situación del balón, de sus compañeros y de sus adversarios es un ejemplo de inteligencia táctica. Saber cuándo regatear y cuándo pasar es inteligencia táctica, al igual que cuando decimos que un jugador está siempre bien colocado o que sabe en qué momento pasar y en cuál conducir.

     La técnica en los deportes colectivos no se entiende si no es en relación a la incertidumbre provocada por compañeros y adversarios. No hay un modelo de ejecución técnico perfecto, porque pocas veces se va a producir esta situación ideal. La posición cambiante del cuerpo, la zona del campo, la orientación espacial, la velocidad y trayectoria del balón, la oposición del adversario, etc. son factores que modifican constantemente el patrón técnico ideal. Así que podemos considerar la técnica como las herramientas disponibles para ejecutar las soluciones propuestas por la táctica ante cada problema que surge durante el juego. El profesor Horst Wein (Fútbol a la medida del niño) comprendió esto hace muchos años, y propuso un modelo de formación para los jóvenes donde se ponía el acento en las tareas que facilitaban la integración de la técnica y de la táctica.

     Resumiendo, podemos decir que el entrenador es el general que dispone a sus ejércitos según las necesidades del combate y en función de sus virtudes y sus defectos, así como de los puntos fuertes y débiles del contrario (estrategia). Sus soldados actúan según su plan, y resuelven en cada combate los problemas específicos que van surgiendo a cada instante. Cuándo deben golpear o escapar, cuándo fintar o acelerar (táctica) a través de su habilidad con el uso de las armas disponibles (técnica).



   

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